26 agosto 2008

recuerdos

"Veo en tus ojos la idea idiota de querer ser escritora. Te han dicho que tienes talento, y les crees. Te escribo porque les crees.
¿Conoces a Vallejo? ¿A Pessoa? ¿Conoces, Antonia, el americanismo de Gabriela? Claro que no. Ésto no es una fiesta de palabras bonitas, mucho menos un sanatorio de cicatrices. Es dedicación y trabajo, un trabajo que cada cierto tiempo resulta absurdo, a veces, insosteniblemente absurdo.
Antonia, los egos multiplicados te morderán la inocencia, pero qué importa si la vida no es otra cosa que seguir sólo con lo que nos va quedando. Te veo ilusionada, y me veo, a veces, amarga –una amargura que se gana y se pierde frente a las páginas-, y tú hablas de poesía. ¿Te has puesto a pensar que la poesía de la que hablas no le importa a nadie, que es un sitio al margen como el de cualquier minoría desterrada? Pero ese camino -sé que lo intuyes- curiosamente pasa por el centro de todo. Veo en tus ojos la idea idiota de querer ser escritora.
He llegado a estar una hora completa frente a la hoja en blanco. A veces es como un mandato, no sé de dónde ni por qué. Escribir.
Si tuviera que decir algo sobre las heridas: no curé ninguna. Tengo rasmillado el pensamiento por las veces en que la famosa trampa del lenguaje se burló de mí, y quizás la única satisfacción es sentir, al final de un trabajo, que toda esa energía, o enredo de sensaciones ha tomado sitio en el lenguaje. El lenguaje, Antonia, el lenguaje. Como si al terminar un escrito, una bestia encontrara la calma.
Antonia, es la decisión más inútil que puedes tomar, si es que fuera una decisión; si no lo fuera, pues bienvenida a la condena de registrar el mundo con todos sus matices; bienvenida a la hermosura de pensar, y a la tragedia de pensar tanto. Ésto es compromiso.
Y qué más te podría escribir, si pasarán los años, y estarás escribiendo esta carta.

Antonia.- "
24 de Julio, 2007

16 agosto 2008

Un cuento y tres poemas de Dante Cuadra (chileno)

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO. LA INICIACIÓN
Ahí estaba, tendido, quieto, hermético, denso en su estructura; a veces radiante, -casi sonriente le parecía-, otras veces oscuro, siempre hermoso. Le producía, de mirarlo, un leve cosquilleo en la palma de su mano, una sensación de opresión en el pecho. Estaba, había estado todo el tiempo, parecía haber nacido ahí o tal vez antes de ahí; no recordaba no haberlo visto y siempre la misma sensación. Le costaba vencer esa voz interior que lo instaba. Cerraba los ojos, los oídos, los puños y le daba la espalda, no sin cierto temor y continuaba hasta la otra habitación o hasta el baño o hasta donde fuera con esa imagen clavada en la retina sintiéndose a su vez observado, desde su misma retina, por esa imagen. Esa mañana fue el primero en levantarse, todos dormían. Se encaminó al baño y lo vió; un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo cuando sintió la invitación, miró para todos lados, solamente el gato lo observaba con un ojo abierto y el otro semicerrado, como suelen observar los gatos, entonces, decididamente se acercó al armario y lo tomó; el contacto físico con el objeto fue particularmente extraño, fue como si tomase una parte de si mismo, una parte que de alguna manera le había faltado; se sintió completo, su estado de satisfacción era indescriptible y así, ahora, con el puñal en su mano apretado firmemente, en un acto independiente de toda voluntad conocida, de todo tiempo, asgó el aire y se hundió ávidamente en el cuerpo del animal que no exhaló ni siquiera un suspiro.-
***
PINTURA EN MOVIMIENTO DE UN NIÑO QUE ESPERA
A Vicente Solo
Un niño
Sentado
Espera hasta su ojo
Lo acosa un viento súbito
Parpadea el sosiego
La música se cae a pedazos
Sin ruido
El perro ladra
Hasta su cola
Olor a perro
Qué espera ese niño
Mirando el papel pálido
De los muros de su cuarto
***
HIZO LO QUE HIZO
Tendido a la sombra del aire
El zurdo se dijo que la vida es un pájaro desarraigado de si
Y afilándose al último odio necesario
Dejó que las ratas le comieran las uñas
Puso sus zapatos en un cajón
Olvidó los números y las historias
Rompió el papel en el que dibujó su nombre
Se guardó como un inerte utensilio
Arrinconado cuidadosamente en un mueble viejo
Sólo sus brazos permanecieron tibios
Abrazándola sin querer
***
QUIÉN MÁS TRISTE QUE YO
Quién más triste que yo
Sino mírenme
Mírenme el cuello
(o debo decir cogote)
Miren mi pelo
Mírenme el país
y esta ceniza en la boca
triste y perpetua
como mancha antigua
en el cielo de la pieza
Quién más triste que yo
sino tú conmigo