05 febrero 2007

Relatividades

Voy a quedarme en la cocina para siempre, así mamá se arrepentirá de no haberme dejado comer los chocolates que trajo la abuelita Chabe porque piensa que yo rayé la muralla de la pieza, pero fue el Juancho y no me cree, todo porque rayó con mis lápices. Ahora sí que no le hablaré nunca más. Ahí me está llamando y le dice a la tía Tina que ando mañosa y porfiada, pero es super tonta porque no sabe que ahora sí no voy a salir de la cocina, se va a sentir mal porque ya no voy a dormir en mi cama ni me voy a lavar los dientes y por fin no me va a tirar más el pelo cuando me lo lava y me lo seca. A mi no me importa quedarme aquí, la cocina es super grande y tengo espacio hasta para jugar a la pinta con el Juancho y hasta para jugar con la Flavia. ¡No, La Flavia se me quedó en el sillón!, pucha oh, qué voy a hacer sin la flavia. Ah, pero mejor porque así mamá se sentirá más culpable porque siempre le cuenta a toda la gente que nunca me aburro con la Flavia y que salgo con ella para todas partes. Pucha la Flavia.
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-Ignacia, te estoy llamando hace rato para que saludes a la tía Tina. Ya pues, hija, salga ¿o se va a quedar a vivir en la cocina?
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No me voy a dar vuelta, no me voy a dar vuelta, no voy a hablarle
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-¡Ignacia! ¿Me estás escuchando o no?, ya salga que ahora vamos a hacer un pastel con la tía Tina y la cocina es muy chica para que andes revoloteando por aquí.

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